martes, 4 de junio de 2013

Comer en San Franciso: la vuelta al mundo en una semana

San Francisco es una ciudad distinta. Y por eso me encanta. Eso uno de esos lugares en los que si a uno lo dejan en una esquina y tiene que identificar por las caras dónde está, sería imposible saberlo. Seguro que arriesgando rápidamente lo primero que saldría es Asia, o India, o Paris, todo depende de la esquina. Conocida por ser la ciudad más progresista de Estados Unidos, San Francisco tiene de todo para todos los gustos, y eso, por supuesto, también se ve reflejado en su gastronomía.


Mercado de Haight & Ashbury
Podría escribir muchísimo sobre los atractivos de esta ciudad, que, salvo por su clima húmedo, fresco, ventoso y bastante cambiante, podría considerarse uno de los mejores lugares para vivir en Estados Unidos. San Francisco sirvió de refugio a los movimientos de contracultura de la década de los 60 y 70, concentrando en la mítica intersección de Haight & Ashbury a los hippies de todo el país que impulsaron una nueva forma de liberarse de las restricciones impuestas por la sociedad y la búsqueda de nuevos significados sobre la vida. A pesar de que con los años muchos de ellos terminaron trabajando en Silicon Valley, todavía se puede ver algunos grupos reunidos en el Golden Gate Park tocando percusión y fumando marihuana. El barrio ofrece muchísimos locales de ropa y artículos de lo más bizarros. Desde inmensos galpones que venden ropa usada de todos los tiempos a coffee shops donde comprar lo inimaginable para el uso y abuso de drogas. Un lugar que hay que visitar si se pasa alguna vez por la ciudad.


Rainbow Sushi
El movimiento hippie fue el protagonista del Summer of Love de 1967 que sirvió también para el surgimiento de otro de los movimientos más importantes de la ciudad. Así, entre mediados de los 60 y principios de los 70, surge, a unas pocas cuadras de ahí, el Castro Disctrict, barrio que concentró a la comunidad gay de San Francisco y muchas otras ciudades de los alrededores de Estados Unidos. Su principal figura fue Harvey Milk (vean la película), quien abrió un local en el barrio que hoy aloja al Human Rights Campaign, la mayor organización de lucha por la igualdad de derechos civiles de lesbianas, gays, bisexuales y transexuales de Estados Unidos.


En Castro hay de todo, bares, restaurantes, y, tal vez la principal atracción para muchos, varios sex shops. Este es un blog de cocina así que los detalles no vienen al caso. Castro es otra de las visitas obligadas de la ciudad.Volviendo a la comida, la variedad cultural de San Francisco hace que uno pueda experimentar la cocina de distintos lugares del mundo moviéndose unas pocas cuadras de un lado a otro. Así, uno puede desayunar un típico American breakfast, almorzar en un restaurante pakistaní y cenar en uno tailandés sin tener que moverse más que unos metros. Con esto en mente, planee mi viaje pensando cada una de las comidas que iba a hacer, y esto fue lo que salió...


Día 1: Después del recorrido por Chinatown, caminé hasta el Fisherman Warf. En este "puerto" renovado, se pueden encontrar muchos restaurantes, la mayoría de ellos, como es de esperar, ofreciendo distintas variedades de pescado. Sin dudas, la estrella del lugar es el cangrejo. Y como lo que más me gusta cuando viajo es ir a donde van los locales, fui directo a los carritos.

Muchos de los restaurantes tienen instalados sus carritos en la vereda donde se puede comer "de parado" muchos platos simples con pescados. Se puede elegir entre comer cangrejo fresco, cocido en el momento en ollas gigantes de vapor y apenas condimentados; camarones, langostinos, calamares y, lo mejor, clam chowder in a bread bowl. El clam chowder es una sopa cremosa a base de cangrejo, hecha con papa, arvejas, choclo y unas cuantas cosas más. Es muy calórica, y sabrosa. En su versión in a bread bowl, viene servida en un pan redondo ahuecado que, obviamente, lo mejor que tiene es que después se puede ir comiendo impregnado de la crema de la sopa. Simple y exquisito. Como pensé que podía quedarme con hambre, lo acompañé de unos camarones fritos con salsita picante, un manjar.



Clam chowder in a bread bowl


Una mención aparte merece Boudin. En el Fisherman Warf, entre varias cadenas y restaurantes está esta panadería gigante, donde los panes van y vienen de un lugar a otro y hasta vuelan en carritos que circulan por rieles alrededor del local. El olorcito a pan caliente te obliga a entrar si pasas por la puerta. Es enorme, y se pueden encontrar muchísimas variedades de panes y dulces y hasta un Museo del pan (con visita guiada incluida). La especialidad de la casa es, justamente, el pan con clam chowder. No lo probé (ya estaba más que satisfecha) pero sí recorrí el lugar, donde, además, se pueden comprar utensillos cocina, libros, delantales, especias, y muchas cosas más para la cocina.


Día 2: Almorcé en un restaurante indio-pakistaní.

Un "bolichón" simple, de esos donde es imposible salir sin olor a comida impregnado. Comí un biryani de cordero bastante bueno, claramente, no de los mejores que he comido pero extremadamente abundante.

Ya no recuerdo si fue el día dos, tres o cuatro, la cena (una de las varias en el mismo lugar) fue en un restaurante tailandés. La verdad es que nunca había probado verdadera comida thai, y me encantó. Es uno de los grandes descubrimientos de este año, y creo que va a ocupar gran parte de mi tiempo tratar de imitarla en estos días.
Comí en iThai varias veces. La primera vez probé un curry rojo de pato. Una exquisitez. Pato cocido en leche de coco con curry rojo, ananá y tomates cherry acompañado con arroz de jazmín. Hacía mucho tiempo que no comía algo tan rico. La leche de coco hace la salsa super cremosa y se mezcla con el picante del curry y las especias, increible.
 Otro de los platos que comí fue el curry de zapallo y langostinos, difícil de explicar lo rico que estaba. El zapallo cocido en la leche de coco con los langostinos súper tiernos y de un tamaño sorprendente. Riquísimo. Porque no puedo con mi genio, también probé el curry verde de un plato ajeno. Muy rico. Ah! todo acompañado de una cerveza tailandesa, muy suave y fácil de tomar, ideal para acompañar el picante.

Curry rojo de zapallo y langostinos

Curry verde de langostinos




Día 3: De paseo por la ciudad me cruce con Off the grid, una feria itinerante de carritos de comida que se va moviendo a distintas plazas de la ciudad todos los días con distintas ofertas. No comí acá porque no tenía hambre, pero sí saqué varias fotos. Se los puede seguir en facebook, donde van diciendo dónde van a estar cada día. Una muy buena opción de paseo por San Francisco, no sólo por el precio sino también porque tienen distintos tipos de comida para probar.


Después de caminar por el mercado de Haight and Ashbury, decidí almorzar en un restaurante japonés cerca de mi hotel. Acá fui guiada por una amiga, así que no recuerdo cómo se llama ni qué comí, pero sí recuerdo un salmón grillado con una salsa agridulce a base de salsa de soja que estaba muy bueno. Otra opción de comida japonesa, otro de los lugares recomendados por los locales, es Katana-Ya. Un lugar muy chiquito, con unas ocho mesas, donde se puede comer todo tipo de comida japonesa y un sushi espectacular por una módica suma.




Día 4: (ya perdí la cuenta de almuerzos y cenas) No recuerdo qué almorcé pero claramente no puedo olvidarme de la cena en el restaurante coreano Dong Baek (sobre todo por lo cargosa que estuve para convencer a todos de ir ahí). Las fotos hablan por sí solas. Comimos de todo. Yo me pedí mi plato preferido: Bi bim bap. Al sentarnos nos trajeron infinidad de platitos con distintas cosas para probar, vegetales condimentados principalmente, todos buenísimos (esto es una de las cosas que más me gustan de los restaurantes coreanos). Después me pedí mi plato preferido: Bi bim bap, un plato a base de arroz con vegetales, huevo y salsa picante que se sirve en una cazuela de hierro fundido super caliente que hace que el arroz se pegue en el fondo y quede crocantito. Es buenísimo, sobre todo para salir de la Korean Barbeque, que para mi no tiene nada muy distinto de lo que ya estamos acostumbrados a comer nosotros. También compartí un plato de pulpo medio picante que estaba buenísimo.
El lugar parece muy tradicional, atendido por señoras hiper amables que te hacen sentir como si te estuvieran recibiendo en el living de su casa. La comida es excelente y muy abundante.



Después de recorrer San Francisco de punta a punta (y de arriba abajo), no quedan dudas que hay que ir preparado para probar de todo. En cada cuadra hay cinco colectividades distintas ofreciendo platos típicos de su país o región. Seguramente algo me quedó pendiente, y por ese algo vale la pena volver algún otro día. Es una ciudad hermosa, culturalmente atractiva y gastronómicamente envidiable.

Pueden ver más fotos acá









 




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